viernes, 6 de abril de 2012

El arte de no hablar

Somos lo que parecemos.

Nuestros cerebros resumen la realidad en 256 colores o menos y a partir de ahí sacan conclusiones estúpidas y rápidas. Por eso la intuición no es que sea una buena herramienta, es que al fin y al cabo es llegar a la misma conclusión que mediante un razonamiento corto y estúpido.

Pensar demasiado las cosas también es malo, por supuesto!! Nos cansa demasiado pronto. Bueno hablo por mí. Me cansa pronto, luego no quiero hablar de cualquier otra cosa, pero sigo teniendo a la persona delante hasta que se acabe el café, o hasta que se acabe la hora o hasta que se dé cuenta de que no quiero seguir hablando.

El movimiento o su falta de él nos puede hacer ver que somos idiotas o que estamos muertos. Pero por qué una boca callada, una cara inexpresiva o unas manos escondidas nos dan tal desconfianza? Tanta sensación de incomodidad, de obligación y responsabilidad, de estupidez e ignorancia. No hablar puede llegar a ser un arte. La causa, como en cualquier arte, es lo menos importante.

No hablar va más allá del silencio. Es una acción pasiva, es un voto en blanco. Como cualquier cosa en una persona, todo tiene que ser una acción. Siempre miramos reacciones, las reacciones, las reacciones, las reacciones, las reacciones.

¿Qué hay de no esperar reacciones? No analizar, no dosificar, no ajustar, dejarse llevar por la intuición, lo incontrolable. Equivocarse, retozarse en el barro, no triunfar, no ser aclamado o no ser siempre aclamado o no esperar ser aclamado o no esperar ser siempre aclamado. Disfrutar de ti mismo, de tu locura y tu música. de ti, de no hablar, de no hay reglas, de una cama y piel caliente esperando a ser tocada, de ojos grandes paralizados, enrollados en pestañas, de color barco.

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